Durada: Hasta el 31 de juliol
El Museo presenta PAPELPARED, una muestra de dibujos de Hugo Freda y Pedro Roth, dos artistas argentinos con una larga historia de amor por el papel.
Es una exposición conjunta y a la vez separada. Las obras de Hugo Freda tratan de los signos, casi escrituras, papeles traslúcidos, aparentemente frágiles, sin sujetarse en la pared. Tan solo con la mirada se crea el movimiento. El significado corre a cargo del espectador.
En cambio la obra de Pedro Roth es un relato, sueños no recordados, como hojas de un libro, son imágenes que se unirán a través del papel como un puente entre las orillas del océano Atlántico y el mar Mediterráneo. Tu papel mi papel…
¿Porqué un coloquio sobre arte y psicoanálisis?
El psicoanálisis siempre tuvo un especial interés por el arte, tenemos muchas referencias de Freud al respecto, seguramente muchos de ustedes recordarán el trabajo de Freud sobre “El Moisés” de Miguel Ángel, o el ensayo sobre Leonardo da Vinci, y otros muchos. Freud ensanchó el campo de la estética al introducir en ella la dimensión del inconsciente, lo desconocido, el equívoco, el misterio… Hasta el punto de que en su texto sobre “El Moisés” de Miguel Ángel señala que, finalmente, aquello que nos conmueve de una obra de arte tiene que ver, precisamente, con lo traumático del artista.
En este sentido, podríamos tomar el ejemplo de una artista contemporánea: Louise Bourgeois, para ella el arte es un medio de elaboración de sus experiencias traumáticas, ella misma señala que se trata de una cuestión de supervivencia, de necesidad vital. Hasta el punto de declarar que de alguna manera su trabajo artístico es su forma de psicoanalizarse, es decir, que en sus elaboraciones incluye de manera manifiesta el trabajo de su inconsciente. Hay una serie de artistas, con sus diferencias, por supuesto, que se podrían incluir en la misma serie como, por ejemplo, Frida Khalo, Joseph Beuys, etc.
Otra vía distinta es la que tomó Poliakof, en la misma línea de Mondrian o de Kandinsky, que lo que ilustra es más bien algo del orden de la repetición, de la iteración del Uno, el Un-cuadro que se conjuga hasta el infinito, variaciones y más variaciones de una misma composición. “Un cuadro, tres cuadros, mil cuadros, es lo mismo”, afirmaba el pintor. Lo que nos enseña bien El Uno en tanto núcleo de goce, opaco, fuera de sentido, y que no cesa de escribirse. En efecto, es una escritura.
El artista y el psicoanalista comparten un terreno común, podríamos decir incluso que trabajan materiales similares, este terreno común es, por una parte, el lenguaje, el arte es una forma de lenguaje que como hemos visto puede tomar distintas vías. Por otra parte, el arte se organiza también alrededor de un agujero, de un vacío.
Freud pensaba el arte como sublimación. Melanie Klein lo consideraba una sublimación pero también le agregó un componente de reparación, terapéutico.
Para Lacan, el arte se organiza en torno de un real, la Cosa, das Ding en alemán, es un agujero, un vacío, es el núcleo de lo real, el crisol de toda pasión humana. Observemos entonces que en toda forma de sublimación la función del vacío es determinante.
Por otra parte, Lacan organiza la subjetividad humana en 3 registros: Real, Simbólico e Imaginario. El arte, por lo menos el occidental, se sitúa entre imaginario y simbólico. En efecto, el arte es una representación simbólica materializada, sea de carácter metafórico o metonímico. En toda obra interviene de entrada la imaginación del artista, el registro imaginario interviene en la forja de la representación de la obra que una vez materializada, en nuestra sociedad, se sitúa en el orden simbólico de la cultura. Pero también una obra puede apuntar a lo real sobretodo cuando el trauma o el cuerpo, en el sentido más fuerte del término, el cuerpo libidinal, es decir, el cuerpo en tanto carne, forma parte del mismo proceso artístico.
Para Lacan, el arte, precede al psicoanálisis en su capacidad de ahondar en el inconsciente. En su texto, Homenaje a Marguerite Duras, dice lo siguiente: “la única ventaja que un psicoanalista puede sacar de su posición es la de reconocer con Freud que en su materia el artista lo precede siempre y que no tiene que andar ejerciendo de psicólogo allí donde el artista le abre camino”. Lacan no aplica el psicoanálisis al arte sino que estudia e investiga el arte para sacar conclusiones que puedan ser útiles al psicoanálisis. Es lo que Lacan hizo con Joyce, el artista Joyce ilustra muy bien, de manera precisa, lo que se puede obtener de un psicoanálisis cuando éste es llevado hasta su final.
Ahora bien, si Freud lo que intentaba encontrar en el objeto de arte era lo que había de reprimido en el artista, él pretendía explicar el arte a través del inconsciente, para Lacan, esto no es así, lo que Lacan hace es investigar el arte para dilucidar lo que la teoría psicoanalítica en cierto modo aún desconoce. Pueden ver, por tanto, que para el psicoanálisis de orientación lacaniana no se trata de hacer un psicoanálisis del arte, un psicoanálisis aplicado al arte o al artista. Es el artista el que nos enseña el camino. De ahí que Lacan en 1975 en una de sus Conferencias en las Universidades americanas señalara lo siguiente: "Explicar el arte por el inconsciente es muy sospechoso (...) sin embargo explicar el arte por el síntoma es más serio". Es una manera de marcar su distancia del análisis freudiano de explicar el arte por el sentido, algo que sería hacer equivaler la obra artística a una formación del inconsciente.
Finalmente, otro punto que me parece importante destacar hoy, ya que nos encontramos en el contexto de la inauguración de una exposición - y toda exposición convoca la mirada del espectador, cada exposición viene a ser una especie de montaje, de aparato, para captar miradas- es la importante distinción que desde el psicoanálisis hacemos entre el ojo y la mirada. La relación entre el ojo y la mirada siempre es antinómica. Mientras que el ojo está del lado del sujeto que mira, la mirada está del lado del objeto, en realidad es el cuadro el que nos mira, y nunca hay coincidencia entre uno y otra, entre el ojo y la mirada. En realidad, nosotros solo vemos desde un punto, pero en nuestra experiencia lo que sucede es que somos mirados desde todas partes.
Precisamente, nuestra época se caracteriza por la presencia del gran hermano, por un ser mirados constante, somos mirados por todas partes que nos movamos. Hay un ojo absoluto que nos acompaña, que nos sigue.
Para acabar esta breve introducción y abrir la conversación, si el psicoanálisis es una experiencia de palabra en la que un sujeto transita por lo que no se puede decir, por lo indecible, podríamos plantear como lo hace Gérard Wacjman que “lo que no se puede ver solo el arte puede mostrarlo”. Es decir que, finalmente, los artistas y aquellos que han hecho la experiencia analítica ¿compartirían un cierto saber hacer ahí con el vacío, cada uno con su sinthome? unos con el resto obtenido de su final de análisis y los otros con su obra artística.
Xavier Esqué
20 de junio de 2014
